Cardenal Cañízarez: "Hemos de revivir el espíritu de la liturgia y para esto son significativos los gestos introducidos en las liturgias del Papa"

Gestos como por ejemplo “la orientación de la acción litúrgica, la cruz en el centro del altar, la comunión de rodillas, el canto gregoriano”. El purpurado habló sobre el importante tema litúrgico con Andrea Tornielli, de Il Giornale
Roma (Viernes, 24-12-2010, Gaudium Press) En entrevista realizada por Andrea Tornielli que publica hoy el diario italiano Il Giornale, el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, Cardenal Antonio Cañízares LLovera, se refiere a aspectos trascendentales del desarrollo de la Reforma Litúrgica impulsada por el Concilio Vaticano II, y coómo se plantean en la actualidad algunos temas relacionados, según la mente del Papa Benedicto XVI.
Reproducimos a continuación algunos trechos de la entrevista.
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Cardenal Antonio Cañízares
Preguntado sobre el pensamiento del entonces Cardenal Ratzinger, quien hablaba de una cierta prisa en la reforma litúrgica posconciliar, el Card. Cañizares reafirma que "la reforma litúrgica se llevó a cabo con mucha prisa. Había óptimas intenciones y un deseo de aplicar el Vaticano II. Pero hubo precipitaciones. No se dio suficiente tiempo y espacio para acomodar y asimilar las lecciones del Concilio, de repente se cambió la forma de celebrar. Recuerdo muy bien la mentalidad entonces difundida: era necesario cambiar, crear algo nuevo. Aquello que habíamos recibido, la tradición, fue visto como un obstáculo. La reforma fue concebida como un esfuerzo humano, muchos pensaron que la Iglesia era la obra de nuestras manos, en lugar de Dios. La renovación litúrgica fue vista como una investigación de laboratorio, fruto de la imaginación y la creatividad, la palabra mágica de entonces".
Sobre la expresión "reforma de la reforma" empleada en el sentido litúrgico, el purpurado no se pronuncia sobre la conveniencia de su uso. "Aquello que veo absolutamente necesario y urgente, según aquello que desea el Papa, es dar vida a un nuevo, claro y vigoroso movimiento litúrgico en toda la Iglesia. Porque, como explica Benedicto XVI en el primer volumen de su Opera Omnia, en la relación con la liturgia se decide el destino de la fe y de la Iglesia. Cristo está presente en la Iglesia por medio de los sacramentos. Dios es el sujeto de la liturgia, no nosotros. La liturgia no es una acción del hombre, sino una acción de Dios."
Acerca de la bondad del verdadero sentido de la renovación litúrgica conciliar, el Cardenal Cañízares afirmó que ella "trajo grandes beneficios en la vida de la Iglesia, como la participación más consciente y activa de los fieles y la presencia enriquecida de la Sagrada Escritura. Pero aparte de estos y otros beneficios, no han faltado sombras, surgidas en los años sucesivos al Concilio Vaticano II: la liturgia, esto es un hecho, ha sido "herida" por las deformaciones arbitrarias, también causadas por la secularización que, lamentablemente, golpea también al interior de la Iglesia. (...) La renovación del Concilio fue concebida como una ruptura y no como un desarrollo orgánico de la tradición. Hemos de revivir el espíritu de la liturgia y para esto son significativos los gestos introducidos en las liturgias del Papa: la orientación de la acción litúrgica, la cruz en el centro del altar, la comunión de rodillas, el canto gregoriano, el espacio para el silencio, la belleza en el arte sacro. Es también de una necesidad urgente promover la adoración eucarística: Frente a la presencia real del Señor no se puede sino estar en adoración".
"¿Cómo juzga el estado de la liturgia católica en el mundo?", pregunta Tornielli al Cardenal. A lo que él responde que "frente al riesgo de la rutina, frente a cierta confusión, a la pobreza y a la banalidad del canto y de la música sacra, se puede decir que hay una cierta crisis. Por esto es urgente un nuevo movimiento litúrgico. Benedicto XVI, señalando el ejemplo de San Francisco de Asís, una gran devoto del Santísimo Sacramento, ha explicado que el verdadero reformador es aquel que obedece a la fe: no se mueve de manera arbitraria y no se arroga ninguna discrecionalidad sobre el rito. No es el dueño, sino el custodio del tesoro instituido por el Señor y entregado a nosotros. El Papa pide a nuestra Congregación promover la renovación de conformidad con el Vaticano, en sintonía con la tradición litúrgica de la Iglesia, sin olvidar la norma conciliar que prescribe no introducir innovaciones sino cuando lo requiera una verdadera y acertada utilidad para la Iglesia, con la advertencia de que las nuevas formas, en cada caso, deben surgir orgánicamente de las ya existentes."

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