Inseparables defensa de la creación y defensa de dignidad humana, recuerda el Papa


Al dirigir esta mañana su discurso de inicio del año al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, el Papa Benedicto XVI se refirió al tema de la defensa de la creación, explicando que está es inseparable de la defensa de la dignidad humana y que es una "exigencia moral, puesto que la naturaleza manifiesta un designio de amor y de verdad que nos precede y que viene de Dios".

Tras denunciar que la actual crisis económica global, a la que responde en su encíclica Caritas in Veritate, ha sido originada por "la vigente mentalidad egoísta y materialista, que no tiene en cuenta los límites inherentes a toda criatura", el Santo Padre resaltó que esta manera de ver las cosas también afecta la ecología.
Justificar a ambos lados
Poniendo como ejemplo la caída del Muro de Berlín hace 20 años, el Papa recordó que así "se derrumbaron los regímenes materialistas y ateos que habían dominado durante varios decenios una parte de este continente, ¿acaso no fue posible calcular el alcance de las profundas heridas que un sistema económico carente de referencias fundadas en la verdad del hombre había infligido, no sólo a la dignidad y a la libertad de las personas y de los pueblos, sino también a la naturaleza, con la contaminación de la tierra, las aguas y el aire?"

Por eso, dijo, "la negación de Dios desfigura la libertad de la persona humana, y devasta también la creación. Por consiguiente, la salvaguardia de la creación no responde primariamente a una exigencia estética, sino más bien a una exigencia moral, puesto que la naturaleza manifiesta un designio de amor y de verdad que nos precede y que viene de Dios".

Seguidamente recordó la reciente Cumbre de Copenhague e hizo votos para que las siguientes en Bonn y México "sea posible llegar a un acuerdo para afrontar esta cuestión de un modo eficaz. Se trata de algo muy importante puesto que lo que está en juego es el destino mismo de algunas naciones, en particular ciertos Estados insulares".

El Papa Benedicto XVI destacó que "si se quiere construir una paz verdadera, ¿cómo se puede separar, o incluso oponer, la protección del ambiente y la de la vida humana, comprendida la vida antes del nacimiento? En el respeto de la persona humana hacia ella misma es donde se manifiesta su sentido de responsabilidad por la creación. Pues, como enseña Santo Tomás de Aquino, el hombre representa lo más noble del universo. Además, como ya recordé en la reciente Cumbre Mundial de la FAO sobre la Seguridad Alimentaria, «la tierra puede alimentar suficientemente a todos sus habitantes», con tal de que el egoísmo no lleve a algunos a acaparar los bienes destinados a todos".

Urgente necesidad de desarme

Luego de expresar su particular preocupación por África y América Latina en cuanto a este tema, Benedicto XVI alentó a que "en la Conferencia de examen del Tratado de no proliferación de armas nucleares, que tendrá lugar el próximo mes de mayo en Nueva York, se tomen decisiones eficaces con vistas a un desarme progresivo, que tienda a liberar el planeta de armas nucleares. En general, deploro que la producción y la exportación de armas contribuya a perpetuar conflictos y violencias, como en Darfur, Somalia o en la República Democrática del Congo".

"A la incapacidad de las partes directamente implicadas para evitar la espiral de violencia y dolor producida por estos conflictos, se añade la aparente impotencia de otros países y organizaciones internacionales para restablecer la paz, sin contar la indiferencia casi resignada de la opinión pública mundial. No es necesario subrayar cuánto perjudican y degradan estos conflictos al medio ambiente. Asimismo, se ha de mencionar el terrorismo, que pone en peligro muchas vidas inocentes y causa una difusa ansiedad".

"En esta solemne ocasión, quisiera renovar el llamamiento que hice el 1 de enero, en la oración del Ángelus, a todos los que pertenecen a cualquier grupo armado, para que abandonen el camino de la violencia y abran sus corazones al gozo de la paz", añadió.

"Las graves violencias que acabo de evocar –prosiguió el Papa– unidas a las plagas de la pobreza y el hambre, así como a las catástrofes naturales y a la destrucción del medio ambiente, hacen que aumente el número de quienes abandonan sus propias tierras. Frente a dicho éxodo, deseo exhortar a las Autoridades civiles implicadas de un modo u otro a trabajar con justicia, solidaridad y clarividencia".

Seguidamente se refirió a "los cristianos de Oriente Medio. Amenazados de muchos modos, incluso en el ejercicio de su libertad religiosa, dejan la tierra de sus padres, donde creció la Iglesia de los primeros siglos. Con el fin de darles apoyo y hacerles sentir la cercanía de sus hermanos en la fe, he convocado para el próximo otoño una Asamblea especial del Sínodo de Obispos sobre Oriente Medio".

En la parte final del discurso el Papa indicó que "el anhelo de salvación que atañe a toda la creación, es todavía más intenso y está presente en el corazón de todos, creyentes o no. La Iglesia indica que la respuesta a esta aspiración está en Cristo 'primogénito de toda criatura; porque por medio de Él fueron creadas todas las cosas: celestes y terrestres'. Fijando mis ojos en Él, exhorto a toda persona de buena voluntad a trabajar con confianza y generosidad por la dignidad y la libertad del hombre".

"Que la luz y la fuerza de Jesús nos ayuden a respetar la ecología humana, conscientes de que la ecología medioambiental se beneficiará también de ello, ya que el libro de la naturaleza es único e indivisible. De esta manera, podremos consolidar la paz, hoy y para las generaciones venideras. Os deseo a todos un feliz año", concluyó.

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