Al sonido del coro alemán, Benedicto XVI preside solemnidad de Pentecostés en el Vaticano


Ciudad del Vaticano (Lunes, 01-06-2009, Gaudium Press) El Papa Benedicto XVI presidió en la mañana de ayer junto a sus cardenales, en la Basílica de San Pedro, una misa solemne por el Domingo de Pentecostés. Pentecostés es una antigua fiesta judaica que se desarrolla en la Iglesia Católica para la fiesta del Espíritu Santo. Es celebrada siempre 50 días después del domingo de Pascua.

Durante la homilía, Benedicto XVI habló, inicialmente, sobre el significado de la Fiesta de ayer: "Entre todas las solemnidades, Pentecostés se distingue por su importancia, porque en ella se actúa aquello que el propio Jesús había anunciado como el escopo de toda su misión en la tierra. De hecho, mientras Él iba a Jerusalén, declaró a los discípulos: ‘Yo he venido a prender fuego en el mundo; y ¡cómo quisiera que ya estuviera ardiendo! (Lc, 12,49)".

En el mundo antiguo, la tempestad era vista como señal de la potencia divina, en cuya presencia el hombre se sentía reprimido y aterrorizado. Pero me gustaría subrayar también otro aspecto: la tempestad es descrita como "viento impetuoso", y eso hace pensar en el aire, que distingue nuestro planeta de los demás y nos permite vivir sobre él. Aquello que el aire es para la vida biológica, lo es el Espíritu Santo para la vida espiritual, y como existe una polución atmosférica, que envenena el ambiente y los seres vivos, de la misma manera existe una polución del corazón y del espíritu, que mortifica y envenena la existencia espiritual", declaró Benedicto XVI.

El Papa recordó aún que "el Espíritu de Dios, donde entra, aleja el miedo; nos hace conocer y sentir que estamos en las manos de una omnipotencia de amor: cualquier cosa que suceda, su amor infinito no nos abandona. Lo demuestra el testigo de los mártires, el coraje de los confesores de la fe, el intrépido vigor de los misioneros, el ejemplo de todos los santos, algunos aún adolescentes y criaturas. Lo demuestra la propia existencia de la Iglesia que, a pesar de los limites y de las culpas de los hombres, continua a atravesar el océano de la historia, afectada por el soplo de Dios y animada por el fuego purificador".

La misa de Pentecostés fue realizada en tono fuertemente solemne, con un canto del coro "Kölmer Domchor", de Colonia, en Alemania - ciudad natal de Benedicto XVI -, a cargo de la orquestra "Kölner Kammerorchester", regida por el maestro Helmut Müller-Brühl.

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