Hoy, Octavo Aniversario de la Aprobación Pontificia de los Heraldos del Evangelio

En el altar de la venerable Cátedra de San Pedro —símbolo del poder espiritual del Papa sobre todos los bautizados—, en la Basílica central de la Cristiandad, se realizó la magnífica Misa solemne del día 27 de febrero de 2001, concelebrada por dos prelados recientemente elevados por el Papa a las honras cardenalicias, Jorge María Mejía, Archivero de la Santa Iglesia Romana y Presidente de la Biblioteca Vaticana, y Bernard Agrée, de Costa de Marfil. Quince sacerdotes participaron en la celebración.

Millares de fieles estaban presentes, de los cuales muchos eran "Apóstoles" y "Mensajeros de Fátima" residentes en Roma. Sólo de Brasil había más de 500 personas.

La música litúrgica estaba a cargo del ya consagrado coro de Los Caballeros del Nuevo Milenio, dirigido por Juan S. Clá Dias, y acompañado al órgano por el célebre Prof. José Luiz de Aquino.

Como si el privilegio de poder participar en aquella celebración en un local tan emblemático, no bastase —cosa que dejó emocionados a todos—, los Heraldos del Evangelio pudieron oír la animadora y sabia homilía del Cardenal Mejía, que con énfasis hacía ver la importancia de la nueva situación eclesial de la Asociación. Transcribimos, a continuación, algunas palabras del purpurado, acompañadas de subtítulos:


Una relación especial con la Cátedra de San Pedro

"¿Qué significa una aprobación pontificia de una asociación de fieles? Entiendo que es la primera asociación que recibe esta aprobación después del Jubileo. Significa que esta asociación que son ustedes, y muchos otros que no están aquí, adquieren con la Sede de Pedro, con el centro de la Iglesia Católica, una relación especial."


La aprobación del Papa transmite una bendición especial

"Lo que ustedes han querido hacer, lo que está expresado en los estatutos de ustedes y en las tradiciones de ustedes —me parece que hay un ‘Ordo Consuetudinum' , como se dice en latín, un orden de cosas que hacer en el que ustedes se reconocen—, eso recibe ahora desde aquí, una bendición especial. Así vuestra institución es incluida en el gran número de instituciones de religiosas o religiosos, pero también de asociaciones laicas que el Papa, por sus órganos especiales (en este caso el Consejo de Laicos), aprueba y envía."


La aprobación pontificia constituía un mandato de la Santa Sede

"La aprobación no es una cosa estática, esto hay que subrayarlo enseguida, es una cosa dinámica, es un mandato. Lo que ustedes quieren hacer, lo que ustedes se han propuesto hacer, y, después de atento examen de la Santa Sede por el Consejo de Laicos y el Santo Padre por medio de ese Consejo, considera oportuno, importante y actual. Eso, ustedes, desde ahora, desde esta aprobación, erección pontificia, lo hacen con esa orientación, bendición, mandato especial. Lo cual implica que la comunidad de ustedes extendida por el mundo, adquiere con la Sede de Pedro una relación propia. Y el punto de referencia de ustedes, que hasta ahora era el obispo tal o cual, el obispo de la diócesis del lugar donde previamente habían sido aprobados, ahora el punto de referencia es lo que está acá arriba mío, representado y encarnado en el Papa, o sea, la Sede, la Cátedra de Pedro".

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