HOY FIESTA DE SANTA TERESA DE JESUS

"Nada te turbe, nada te espante.
Todo se pasa. Dios no se muda.
La paciencia todo lo alcanza.
Quien a Dios tiene, nada le falta.
Sólo Dios basta."
Virgen y Doctora de la Iglesia
(1515-1582)

El día 15 de octubre es la festividad litúrgica de uno de los personajes más extraordinarios de la historia del cristianismo y de la entera humanidad.

El 15 de octubre es la fiesta de Santa Teresa de Jesús. Adelantada a su tiempo, mujer de una pieza, cristiana cabal y admirable, mística y andariega, fémina e inquieta, Teresa de Cepeda y Ahumada, Teresa de Ávila, casi medio siglo después de su muerte, no ha pasado de moda y su ejemplo sigue siendo válido y necesario para los creyentes de hoy y de todos los tiempos como orgullo de lo mejor de nuestra tierra y de nuestra Iglesia, como fuente inagotable de virtud y crisol luminoso de verdadera sabiduría.

Fue un 4 de octubre de 1582."Quedó su rostro hermosísimo cuando murió y sin ninguna arruga, aunque solía tener tantas... De todo el cuerpo salía un olor muy suave". Eran las nueve de la noche del 4 de octubre de 1582. Aquel día la reforma gregoriana del calendario daba un salto de once días, de modo que ya no era el 4 de octubre sino el 15. Era al atardecer, en Alba, de Alba de Tormes, donde se puso el sol -que escribiera Lope de Vega- y amaneció para siempre su resplandor, siempre resplandor de Cristo, su esposo, su amado: el Jesús de Teresa de Teresa de Jesús.


Eran tiempos recios


En tiempos recios y turbulentos transcurrió su vida entre 1515 y 1582. Dos años después de nacer Teresa, la cristiandad se desangraría, de nuevo, ahora en el corazón de Europa, con la irrupción de la llamada reforma luterana. Mientras tanto tampoco la sede romana hilaba fino y era incapaz de contener la sangría. La Iglesia necesitaba autenticidad, reciedumbre, vigor y savia nueva. Con Teresa amanecía una generación, una pléyade de cristianos que hicieron la verdadera reforma de la Iglesia y de cuyo herencia y legado seguimos y seguiremos viviendo: Juan de Dios, Pedro de Alcántara, Ignacio de Loyola, Francisco Javier, Francisco de Borja, Juan de Ávila, Teresa de Jesús, Juan de la Cruz, Carlos Borromeo, Tomás de Villanueva, Juan de Ribera, José de Calasanz...


La historia, maestra de la vida, nos enseña con fehaciente y esperanzadora certeza que sólo los santos son capaces de superar las crisis, que cuando los vientos azotan la barquilla de su Iglesia surgen hombres y mujeres extraordinarios, que enderezan su rumbo, cosen sus velas rotas y toman el timón con energías y bríos renovados. Así aconteció en la cristiandad primera con los mártires que fueron semilla de vida cristiana; así ocurrió en el Renacimiento que nos ocupa; así sucedió en el siglo XIX; así pasó también en el desolador siglo XX, cuando al odio a la fe de los totalitarismos, los cristianos respondieron con el martirio; ¿y así también -siquiera me pregunto y espero- nos estará ocurriendo ahora cuando, junto a la apostasía silenciosa de unos y el neototalitarismo laicista de otros, vemos florecer cristianos de nuestros tiempo contemporáneo, santos tan excepcionales, como Juan XXIII, Pío de Pietrelcina, Josemaría Escrivá, Teresa de Calcuta o Juan Pablo II?


La humanísima humanidad de Jesucristo


Monja desde los 18 años, habría de pasar otros 21 años hasta que, ante una minúscula imagen de un Cristo muy llagado, Teresa de Jesús comenzará el tiempo de su definitiva conversión. Sacando fuerzas de flaquezas, Teresa se unirá esponsalmente a Jesucristo, reformará la orden carmelitana, fundará nuevos conventos, describirá como nadie las etapas y los estadios del alma y de su camino de perfección, alcanzará la séptima morada del castillo interior y será para siempre maestra de vida y de oración.


La clave de Teresa no fue ni el feminismo, ni la rebeldía, ni la enajenación. Fue su amor apasionado por Jesucristo, cuya humanísima y sacratísima humanidad adoraba en la Encarnación, en el huerto de los olivos y en la cruz. Y hasta tal punto llegó su amor por Jesús -magníficamente representado por el gran Bernini en la escultura sin par de la Transverberación- que Él, que Jesucristo le otorgó gracias y visiones tan extraordinarias que ella misma, en sus soliloquios de amor con su Amado y su Esposo, ya no sabía si ella misma era Teresa de Jesús o Jesús de Teresa.


Y es que estar con Jesús, hablar con Jesús, tratar de amistad con El, que sabemos nos ama, aun estando muchas veces a solas, eso es oración. De este modo, Teresa de Jesús nos muestra además del camino de la oración y de la perseverancia en él -suceda lo que sucediere, murmure quien murmurare-, el camino de la humildad -la humildad es andar en la verdad-, el camino de la cruz -en la cruz está la vida y el consuelo y ella sola es el camino hacia el cielo- y el camino de la alegría.


¿Qué mandáis hacer de mí?


Fiel hija de la Iglesia, en cuyo anhelaba vivir y morir, inflamada desde la infancia por ardores misioneros, Teresa de Jesús es un testimonio admirable de la sublime grandeza e inefable consuelo de Dios -"Solo Dios basta"- y de la verdad de la fe desde el enamoramiento y la contemplación: "Veisme aquí, mi dulce Amor; amor dulce, veisme aquí, ¿qué mandáis hacer de mi? Yo lo pongo en vuestra palma mi cuerpo, mi vida, mi alma, mis entrañas y aflicción, pues por vuestra me ofrecí, ¿qué mandáis hacer de mí? Dame muerte, dame vida, dad salud o enfermedad, honra o deshonra me da, dadme guerra o paz cumplida, flaqueza o fuerza a mi vida, que todo diré que sí. ¿Qué mandáis hacer de mí? Si queréis que esté holgando, quiero por amor holgar, si me mandáis trabajar, morir quiero trabajando. ¿Qué mandáis hacer de mí?"


Cantábamos en 1982, año del IV centenario de su muerte: El hogar se nos apaga. Vacía está nuestra mesa. Nuestra Iglesia te necesita, vuelve Teresa. Ahóndanos la fe, contágianos tu amor, consérvanos la paz, devuélvenos la alegría. Vuele, Teresa, y con tu brío, con tu humanidad y con tu transverberado amor a Jesucristo y a su Iglesia muéstranos que Solo Dios basta y enséñanos a cantar eternamente las misericordias del Señor. Y todos los podemos lograr con ese "poquito que hay en mí y yo puedo".



Datos biográficos

1.- Infancia (1515-1531)

El 28 de marzo de 1515, miércoles de Pasión, nace en tierras de Ávila, Teresa de Cepeda y Ahumada, hija de un toledano, de padre converso, y una vallisoletana, Beatriz de Ahumada.

En 1522, a los 7 años, huye con su hermano Rodrigo “tierra de moros”. Este mismo año, desembarca en Santander Carlos I.


2.- Profesión y enfermedad (1531-42)

Siguen unos años en que pierde su primitivo fervor. En la primavera de 1531 es internada en Santa María de Gracia. Sale enferma en otoño del año siguiente.

A los 18 años declara a su padre su vocación religiosa. En 1535, huye al convento de la Encarnación de Ávila. Un año más tarde toma el hábito y al año justo hace la profesión. Otro año más y sale enferma del convento, agravándose hasta sufrir un colapso de tres días en cuyo espacio fue amortajada. En abril de 1542 se siente curada por intercesión de San José.


3.- Acética. Fría en oración (1542-54)

Con la curación de su cuerpo se agrava la sequedad del alma, pasando un oscuro y largo túnel cuya característica principal es la frialdad en la oración.


4.- Mística (1554-60)

Es este un periodo de deslumbramiento espiritual que sólo termina con la muerte.

En la cuaresma de 1554 se produce la conversión ante un Cristo muy llagado (comienza así el momento de la luz que sigue a las tinieblas en el que Dios le otorga grandes mercedes:

1556: El desposorio místico, a los que siguen otros como visión de Cristo resucitado, transverberación y visión espantosa del infierno. Ésta, ocurrida en 1560 da pie a la siguiente etapa.


5.- Mística andariega. Fundaciones

Tras la visión del infierno decide emprender una reformación. Llega así una etapa sumamente fecunda en la actividad de la santa: escribe, recorre ciudades, funda conventos, se encuentra con santos:

1562. Termina el “Libro de la vida” e inaugura el nuevo convento de San José.

1563. Año en que se clausura el concilio de Trento, es nombrada priora.

1567. Recibe la patente para fundar nuevos conventos que rápidamente pone en práctica fundado en Medina del Campo, Valladolid, Toledo, Pastrana, Salamanca y Alba de Tormes, etc., en el espacio de cuatro años.

1572. Siguen los fenómenos místicos concediéndosele la gran merced del matrimonio espiritual.

1573. Firma “El Camino de perfección” y comienza “Las fundaciones”.

Sigue fundado conventos en Segovia, Beas y llega hasta Sevilla, donde es retenida y examinados sus escritos por la Inquisición.

1577. Termina su obra cumbre “Las moradas”. Sigue viajando y fundando hasta 1582 fecha de la muerte en cuyo año funda el convento de Burgos.

1582. El 4 de octubre, tras volver de Burgos, muere en Alba de Tormes, a las 9 de la noche: “Quedó su rostro hermosísimo como murió y sin ninguna arruga, aunque solía tener tantas… De todo el cuerpo salía un olor muy suave…”.


6. En la Gloria

24 de abril de 1614: Teresa de Jesús es proclamada beata por Pablo VI.

12 de marzo de 1622: El Papa Gregorio XV la proclama Santa de la Iglesia.

27 de septiembre de 1970: Pablo VI la instituye doctora de la Iglesia.



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