“Desde que tomé la decisión de ser sacerdote, no ha habido un día en que me arrepienta de mi decisión”


Bogotá (Martes, 02-03-2010, Gaudium Press) Desde hace poco más de 3 años nació en el norte de Bogotá el proyecto de un Santuario cuya devoción es el Niño Jesús de Praga. Junto a la parroquia del mismo nombre, se encuentra el padre Mario Herrera, "Sacerdote de Cristo" -como el mismo se define-, quien estuvo en el mundo -y sus vanidades-, pero conoció el amor de Dios y su misericordia, y decidió dar su vida "110% y más" al servicio de Dios.

Hijo de Yolanda Baptiste, y del arquitecto bogotano Jorge Herrera, al Padre Mario -como le dicen cariñosamente los miembros de su parroquia-, le llegó su vocación al sacerdocio cuando tenía sólo 6 años y jugaba a presidir las excequias de los animalitos muertos, con los amigos de su barrio.

Pero, después de dar varias vueltas por el mundo y hacer de todo -primero quiso ser científico, luego ingeniero aeroepacial, estudió arquitectura y no terminó, montó empresa, soñó con ser exitoso, fue mesero, hasta barman- se le olvidó el llamado de Dios. Pese a esto, Dios insistió y a los 29 años "me sacó del lodo y me mostró el camino que debía seguir" -como afirma el mismo sacerdote- invitándolo a ser obrero de su mies.

Ni tres meses antes, ni tres meses después

Para entonces, algunos de sus familiares y personas más cercanas veían imposible que el joven Mario recibiera el llamado al sacerdorio -la única que siempre supo en su corazón que iba a ser sacerdote, fue su madre-, pero éste llegó en el momento en que debía llegar; "si mi vocación hubiera llegado 3 meses antes, me hubiera asustado, si hubiera llegado 3 meses después, hubiera sido muy tarde, porque me iba a casar", explica el sacerdote.

Con una vocación tardía, el Padre Mario ingresó al Seminario de los Misioneros de los Santos Apóstoles en Bogotá, y tras estudiar por 8 años fue ordenado sacerdote el 30 de noviembre del 2004 en la Iglesia de Santa Bárbara de Usaquén, la cual se encuentra ubicada al nororiente de la capital colombiana. Desde entonces, incluso a partir del momento en que le dio su sí a Dios, el sacerdote no se cansa en repetir que "no ha habido un día en que me arrepienta de mi decisión", y que "desde que conocí el amor de Dios, no hay ningún otro amor que lo supere".

Hace poco más de tres años, cuando escasamente llevaba 2 como sacerdote, al Padre Mario se le encomendó la misión de contruir una parroquia que llevaría el nombre del Niño Jesús de Praga. Desde entonces el Niño Jesús lo enamoró y lo invitó, no solo a contruir un templo dedicado a esta devoción -el cual está proyectado como futuro Santuario en Colombia del Niño Jesús de Praga-, sino a fundar una obra inspirada en la ternura del mismo Niño Jesús.

Los Laicos Misioneros del Amor del Divino Infante de Praga

Este deseo que el mismo Dios puso en su corazón, se materializó con la institución en Bogotá -y también en los Estados Unidos-, el 11 de enero de 2008, de la Asociación de Laicos Misioneros del Amor del Divino Infante de Praga, cuyo carisma -que por inspiración divina recibió el sacerdote, junto con 3 laicos de la naciente asociación- se centra en "recuperar y preservar la dignidad de hijos predilectos de Dios a hombres y mujeres, desde su concepción hasta el retorno al Padre, por medio del Amor y la Ternura del Divino Infante de Praga".

Adicionalmente, se encuentra en proceso de fundación la futura Comunidad de Hijas e Hijos Misioneros del Amor del Divino Infante de Praga, que cuenta en la actualidad con 11 aspirantes a religiosas en proceso de convivencia, así como 2 aspirantes al sacerdocio.

Gaudium Press / Sonia Trujillo

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