Balance del 2008 del observador permanente de la Santa Sede ante la ONU


El observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, en un balance del 2008, señala que en varios casos ha faltado una sólida buena voluntad política y espera que en el 2009 prevalezcan la razón y el sentido común en quienes deben tomar las decisiones.

Calamidades naturales, crisis económica mundial y emergencia alimentaria son sólo algunas áreas a las que se han destinado los esfuerzos de Naciones Unidas durante el año 2008. Un año en el que las promesas no fueron corroboradas por políticas concretas y adecuadas. Los desafíos para el futuro están por ahora orientados hacia los objetivos del milenio, entre ellos, la erradicación de la pobreza y del hambre.

Precisamente para hacer un balance sobre las actividades de la ONU durante el año que acaba de terminar, Radio Vaticano entrevistó al observador permanente de la Santa Sede ante la ONU, el arzobispo Celestino Migliore, quien pone de relieve las preocupaciones más destacadas en la asamblea: “Hemos hablado mucho de la responsabilidad de proteger a las poblaciones en Myanmar (antigua Birmania), en el Cáucaso, en el Congo y en Darfur, pero también de la responsabilidad del buen gobierno de mantener las promesas y pasar de las palabras a los hechos. Pensamos en este sentido en las cuestiones del ambiente, la crisis alimentaria, económica y financiera. No obstante, las sombras parecieran prevalecer sobre las luces y es de esperarse que se abra el camino al llamamiento del Papa ante la ONU, en abril pasado, cuando dijo que la responsabilidad de proteger y promover a las poblaciones no es remedio a las crisis sino una modalidad de gobierno, de ejercicio de la autoridad y del poder que previene las crisis, las desmantela porque se ocupa del bien de las personas y no de los equilibrios de poder”.

En cuanto a las intervenciones más significativas de la ONU, el arzobispo Migliore señaló que sin duda, ha sido el esfuerzo por involucrar a toda la comunidad internacional, y no sólo a un restringido número de países y expertos, en la búsqueda de salidas a la crisis financiera y a la recesión económica. Por otra parte, a pesar de los esfuerzos, los desacuerdos y la rigidez, la ONU ha mantenido en la cima de sus prioridades en el 2008, la respuesta global al problema del cambio climático; también ha enfrentado de la mejor manera posible las devastaciones de las calamidades naturales en Myanmar y Haití y la crisis alimentaria; y a pesar de la lentitud en el caso de Darfur, la ONU ha mantenido vivo el acuerdo de paz entre el norte y el sur de Sudan.

Si bien estos han sido las intervenciones más significativas de la ONU durante el 2008, también según el observador vaticano aún queda mucho por hacer: “Ha faltado una sólida buena voluntad política para obrar, en primer lugar, por el bien de las poblaciones y aceptar la cooperación internacional, allí donde las situaciones son todavía dramáticas, como en estos días Tierra Santa, en Zimbabwe, en Somalia y en Darfur”.

El observador permanente de la Santa Sede ante la ONU también sostuvo que para que la máquina de la ONU pueda funcionar mejor, para superar esa situación de estancamiento de la que habló el Papa Benedicto XVI, debe eliminar esa paradójica situación en la que el consenso multilateral de los países es supeditado a las decisiones de unos pocos, mientras los problemas del mundo exigen intervenciones de acción colectiva por parte de la comunidad internacional.

Otro de los argumentos tratados se refiere a la reciente propuesta francesa de la despenalización de la homosexualidad. Si bien la Santa Sede está a favor de la despenalización, subraya que la propuesta va más allá de esta intención, al tratar de homologar toda orientación sexual generando así una incertidumbre jurídica. “Con satisfacción –dijo Mons. Migliore- he recogido por parte de muchos representantes permanentes ante la ONU un eco positivo a la posición de la Santa Sede, pues ha sido considerada razonable e inspirada en el sentido común. La misma configuración de las posiciones expresadas o no expresadas en el ámbito de la Asambleas General, lo dice: o sea, 66 a favor de la declaración presentada por la Unión Europea, 58 a favor de la contra declaración presentada por Siria y 68 abstenciones. Esta configuración nos dice que el argumento todavía debe ser discutido con calma, transparencia, respeto recíproco y mucho sentido común”.

También la división que existe ante la abolición de la pena de muerte sigue abierta, lo que el observador de la Santa Sede, considera lamentable dado que esta decisión representa una etapa importante para la humanización de la sociedad global. No obstante, monseñor Migliore considera que este hecho no sorprende porque las razones que generalmente se llevan para poner fin a la pena capital, no son siempre adecuadas para alcanzar una decisión rápida y plena. “Se insiste -explicó- casi unilateralmente sobre la incolumidad de la vida, específicamente en cuanto a la sentencia de muerte, pero se duda, o incluso, se es contrario- a extender el mismo principio a todas las fases de la vida, que para algunos tiene que ver con el derecho a nacer, y para otros con el derecho a la supervivencia. Por último, Monseñor Migliore, como representante ante la ONU expresa sus esperanzas para este 2009.

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