La Santa Sede apoya la evolución del diálogo China-Taiwan
La Santa Sede trabaja por el diálogo entre los pueblos y apoya los nuevos avances en las relaciones entre Taipei y Pekín. Así lo ha manifestado el Santo Padre al nuevo embajador de la República de China en Taiwán con motivo de la presentación de las cartas credenciales y ha dirigido un saludo particular al nuevo presidente Ying-jeou Ma, primer católico elegido en el cargo más alto del estado de Taiwán. Benedicto XVI también le ha manifestado al diplomático que “Un dialogo franco y constructivo” es “la clave par resolver los conflictos que amenazan la estabilidad de nuestro planeta”.
La Iglesia católica, ha afirmado el Pontífice, “desea promover soluciones pacíficas ante discusiones de cualquier tipo, atendiendo y animando asimismo a las señales más débiles de dialogo o de deseo de reconciliación”. Por esto, la Santa Sede “sostiene los esfuerzos de los gobiernos para que se conviertan en convencidos defensores de la dignidad humana y valientes constructores de paz”.
El Papa ha alabado el compromiso del gobierno de Taipei en favor de las naciones pobres y su contribución “para la construcción de un mundo más estable y seguro”. Y ha subrayado que la Santa Sede se alegra de “trabajar junto a cuantos buscan promover la paz, la prosperidad y el desarrollo”.
Después el Papa ha dirigido su pensamiento a la “gran vitalidad religiosa y capacidad de renovación de los pueblos de Asia”. Existe, ha dicho el Pontífice, un territorio “particularmente fértil para el diálogo interreligioso” y los asiáticos demuestran “una continua apertura al mutuo enriquecimiento de las personas en la pluralidad de las religiones y de las culturas”. “Cuán importante es – ha sido la reflexión del Papa – en el mundo de hoy ser personas capaces de escuchar recíprocamente en una atmósfera de respecto y dignidad, conscientes de que la humanidad compartida es una unión más fuerte que las divisiones culturales que parecen dividir”.
La Iglesia católica, ha afirmado el Pontífice, “desea promover soluciones pacíficas ante discusiones de cualquier tipo, atendiendo y animando asimismo a las señales más débiles de dialogo o de deseo de reconciliación”. Por esto, la Santa Sede “sostiene los esfuerzos de los gobiernos para que se conviertan en convencidos defensores de la dignidad humana y valientes constructores de paz”.
El Papa ha alabado el compromiso del gobierno de Taipei en favor de las naciones pobres y su contribución “para la construcción de un mundo más estable y seguro”. Y ha subrayado que la Santa Sede se alegra de “trabajar junto a cuantos buscan promover la paz, la prosperidad y el desarrollo”.
Después el Papa ha dirigido su pensamiento a la “gran vitalidad religiosa y capacidad de renovación de los pueblos de Asia”. Existe, ha dicho el Pontífice, un territorio “particularmente fértil para el diálogo interreligioso” y los asiáticos demuestran “una continua apertura al mutuo enriquecimiento de las personas en la pluralidad de las religiones y de las culturas”. “Cuán importante es – ha sido la reflexión del Papa – en el mundo de hoy ser personas capaces de escuchar recíprocamente en una atmósfera de respecto y dignidad, conscientes de que la humanidad compartida es una unión más fuerte que las divisiones culturales que parecen dividir”.
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